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Aquí está el «tamagoyaki» que aprendí a hacer gracias a Kazuo, propietario del restaurante Hinodeya en el 71, rue du Trône en Bruselas, que le invito a descubrir. Sí, fui allí para conocer a Kazuo, que quería enseñarme recetas japonesas. Una de las ventajas de tener un blog de cocina es que puedes conocer a mucha gente nueva, ¡lo que siempre es bueno! Aprendí de él algunos trucos para hacer sushi y maki. Los abordaré más adelante en el blog. Pero primero, permítame presentarle el tamagoyaki, tamago que significa huevo y yaki que significa a la parrilla. Se trata, por tanto, de una tortilla japonesa, pero muy especial porque es ligeramente dulce y además contiene dashi. Es sobre todo el diseño lo que merece la pena ver. Se puede comer caliente, tibio o frío, no importa y devorarlo tal cual o sobre arroz para hacer sushi.
Receta de tamagoyaki:
-6 huevos
-40ml de agua
-2 cucharaditas de azúcar
-1 cucharadita de dashi en polvo
-1 pizca de sal
Poner el azúcar en los 40 ml (o gramos) de agua.
Añade el dashi en polvo. El dashi es un polvo japonés elaborado con algas y bonito seco, que se puede encontrar en los supermercados asiáticos y en las tiendas japonesas.
Remover la mezcla hasta que el azúcar y el dashi hayan desaparecido.
Rompe los huevos enteros en un bol y bátelos hasta formar una tortilla.
Añadir el líquido dashi dulce y mezclar de nuevo.
Esta es la sartén del tamagoyaki. Se puede encontrar en Internet o siempre en los supermercados japoneses. Engrasarlo ligeramente.
Verter un poco de la mezcla, de unos 2 mm de espesor.
Dejar cocer y doblar por la mitad.
Volver a verter un poco de la mezcla, levantando la tortilla ya cocida para que el líquido corra por debajo.
Una vez agarrado el huevo, doblar el lado derecho hacia la izquierda.
Desliza la tortilla hacia la derecha.
A continuación, vuelve a empezar: vierte el líquido y empújalo bajo la tortilla, levantándola con una espátula o unos palillos.
Una vez agarrado, dóblalo hacia la izquierda y luego deslízalo hacia la derecha.
Hazlo hasta que no haya más tortilla. Cuando haya terminado, deslice el tamagoyaki en un plato.
Puedes comerlo caliente cortándolo en rodajas, o dejar que se enfríe completamente y luego meterlo en la nevera para comerlo frío, ¡o incluso como sushi!
