Para las avellanas enteras, aquí he utilizado avellanas sin piel. Los asé en el horno a 170°C durante 16 a 18 minutos.
Para romperlos, los aplasto suavemente con un rodillo. Yo asé mucho más de 100 g, ¡ya que suelo utilizarlos en ensaladas!
Para hacer las galletas, pon la mantequilla semisalada en un cazo.
Cuécelo suavemente hasta que adquiera un bonito color a nuez, sin que se queme el fondo de la sartén.
Deja enfriar. Pon en un bol el azúcar moreno, la vainilla, la leche semidesnatada y 60 g de huevo.
Mezcla bien y, a continuación, vierte el polvo de avellana.
Cuando la mantequilla ya no esté demasiado caliente, vierte 90 g, que debería ser el peso en este punto. Empezaste con 125 g, pero parte se cocinó y se evaporó.
Mezcla y vierte la harina.
Mezcla bien y añade los 100 g de avellanas tostadas trituradas.
Si la masa está demasiado blanda en esta fase, enfríala durante un cuarto de hora. A continuación, forma bolas con la mezcla, utilizando una cuchara para helados, y colócalas en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado.
Aplástalos ligeramente con la mano.
A continuación, hornear de 10 a 12 minutos a 170°C con ventilador.
El centro debe quedar ligeramente poco hecho. Para hacerlas más redondas, enrosco un pequeño círculo (o vaso al revés) alrededor de cada galleta.
Se conservan perfectamente a temperatura ambiente en una caja hermética durante 5 días.